Fuente: La Opinión digital. Pedro Pulgar
Fecha: 22-07-2007
La botella del náufrago que tantas leyendas románticas alimentó durante siglos ha dado paso a otra botella, esta vez símbolo de desastre en vez de esperanza. No es un retorno a la vida, sino más bien lo contrario: una evidencia de destrucción y muerte, especialmente para muchas especies de tortugas y cetáceos.
Bolsas, botellas, envoltorios de refrescos, aparejos de pesca abandonados y las redes y sedales de nailon forman parte del sustrato marino de los principales mares del planeta.
Un estudio efectuado por Greenpeace revela cómo los plásticos son una de las principales fuentes contaminantes del fondo marino, aunque también se hacen presentes en la superficie además de las playas del litoral. Y no acaba ahí la tragedia, porque la fauna marina sufre las consecuencias de forma irreversible.
Según Greenpeace, las tortugas son las víctimas más propicias, llegando en el Mediterráneo a correr peligro de extinción si no se pone remedio.
Con 1,953 unidades de plástico por kilómetro cuadrado, el Mediterráneo occidental (costas de España, Francia e Italia) ha contaminado ya al 75% de las tortugas encontradas muertas en la región. Ballenas, delfines, marsopas y otras aves marinas corren la misma suerte en mares que van desde Indonesia y el Caribe (con 690 y 660 unidades de plástico por km² respectivamente), hasta el Mar Celta (528 unidades/km²), el del Norte (156 unidades/Km²) o el Báltico (126 u./km²).
Según los expertos de Greenpeace, los océanos reciben aproximadamente unos 6.4 millones de toneladas de basura anuales, siendo el 90% plásticos.
El 85% de este material altamente resistente yace en el fondo del mar. El resto permanece en superficie.
Los efectos pueden ser desastrosos ya que, por ejemplo, una botella de plástico puede tener una vida de hasta 450 años y sus miles de fragmentos milimétricos se consideran prácticamente no biodegradables sino hasta mucho tiempo después.
La solución no es fácil, aunque según la asociación ecologista, el remedio pasa por implementar una política de "residuos cero", que se puede hacer mediante un incremento de las operaciones de limpieza en las zonas costeras, una mejor educación ciudadana y una mayor sensibilización social que incluya a las empresas para que cumplan el convenio internacional Marpol, que prohíbe arrojar plásticos desde los barcos.